sábado, 2 de marzo de 2013

El spinning y yo

El spinning y yo o esa gran relación amor-odio. Cada viernes me propongo a mi misma seguir un buen ritmo en la clase pero desde que me he puesto bambas con calas no puedo hacer mis 30 minutos de calentamiento ya que es el tiempo que necesito para engancharlas a los pedales :-(( Cuando ponemos las pantallas a cero y empieza la clase, el optimismo irradia nuestras caras, hay gente que todavía habla, se ríe...yo me concentro en las revoluciones y la cadencia. Durante los 10 primeros minutos creo que me voy a comer el mundo y que voy a conseguir llevar el nivel de la profe. ¡¡¡Ilusa!!! cuando se acaba el llano de 90 rpm a 9 de resistencia empieza lo bueno y para aquel entonces yo ya estoy a punto de vomitar la comida del mediodía. La profe chilla que hay que bajar cadencia pero subir la resistencia, ¿o es al revés? el sudor empieza a caerme por la frente, por la espalda,¡¡¡las manos están nadando en un mar de sudor!!!! bebo agua, intento concentrarme en mis fuerzas, voy 2 por debajo, como siempre, caquita fría. Lo peor son las aceleraciones en llano, de pie y en la posición dos del manillar, imposible de seguir el ritmo. A los 20 minutos de clase y después de haber hecho ya alguna colina de pie, estoy muerta, no me siento las piernas o mejor dicho me duelen que te cagas. Miro de reojo a la profa y ella parece fresca como una rosa, como si no estuviera haciendo nada. Sigo pedaleando pero cierro los ojos, alguna ventaja tienen que tener las bicicletas estáticas!!! No quiero ver la velocidad, no quiero ver nada, sólo que se acabe la clase!!! Minuto 30, ya no se si estamos haciendo llanos, paredes o que. Mi mente ya está en blanco, vamos a tope, caras rojas, gotas de sudor por el suelo, la profe chilla, parece que tenga un orgasmo, ha llegado al punto máximo de resistencia, los 14!!! años luz para mi que todavía no he pasado de los 12. Cuando llega el minuto 35 parece que ya tiene piedad de nosotros e intentamos recuperar las pulsaciones pedaleando ya más lentamente. Yo parezco un pez fuera del agua, me cuesta respirar y apuro el agua que me queda. Parece que el bidón se me queda corto. Podría escurrir mi ropa y rellenarlo de nuevo. He sufrido otros 40 minutos de spinning y sin embargo me siento bien, orgullosa y feliz de haberla completado. El spinning ha creado en mi una especie de adición, deseo que llegue el viernes a las 18 para poder subirme a la bici porque ese es MI MOMENTO!!!

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