Hacía semanas que nos planteábamos visitar esta zona de
Francia. Yo ya había estado por allí cerca Avignon, Carpetras, hace años, pero
no exactamente ( o bien no lo recuerdo) en este lugar. En principio la intención
era hacer rutas en bici, y por ello después de darle muchas vueltas escogimos
el pueblo de Apt y más concretamente el Camping Le Luberon, ( si ya se, poco
originales ellos) como base de nuestras operaciones, por su ubicación central y
que parecía uno de los más surtidos en cuanto a posibilidades.
Ya teníamos las rutas calculadas, kilometrajes, etc, debido
a la facilidad que estos franceses tienen para organizar estas cosas a través
de Internet, pero la opción bici se fue al traste debido a una caída tonta pero
muy dolorosa que tuve justo el día anterior de coger el avión para Alaska.
Durante el viaje y hasta último momento estuve barajando
esta posibilidad, más con las ganas de hacerlo, que analizándolo fríamente, ya
que las posibilidades de recuperación eran del todo improbables. Me hacía mucha
ilusión este viaje con la bici para ver si Susana le coge el gustillo de hacer
varios días de ruta tranquila por bellos parajes, pero no pudo ser…..sorry.
Así que carretera y manta un Sábado 18 de Agosto. Tardamos
Dios y a ayuda para llegar a nuestro destino, debido a los innumerables parones
en la autopista debido a la cantidad de coches que había y a los malditos
peajes. Estoy de acuerdo que hay que pagar las autopistas ( no tanto quizá)
pero es indignante que encima que hay que pagar, por en teoría una vía rápida,
sean las propias barreras, las causantes de congestionar el tráfico.
Una vez localizado el camping en una carretera de subida,
nos instalamos en el bungalow, justito de espacio para variar, pero suficiente
para los dos.
Que gran idea coger la nespresso, hmmm y poder disfrutar de un
buen cafetito matinal cada día.
El plan de cada día, con permiso de la araña que me salto en
el brazo justo cuando estaba duchándome, era y fue, salir y hacer una excursión
a pie matinal para evitar el intenso calor, llegamos a los 41 i visitar los
hermosos pueblecitos de la comarca. Lástima que los campos de Lavanda que
queríamos ver, estaban ya recogidos y nos tuvimos que conformar con comprar
unas postales, triste consuelo. Por lo demás todo fue muy bien, destacaría como
excursiones, las de Sentier d´Ocres y Le petit Colorado con sus montículos y
arena de vivos colores, Les Gorges d´Opedette, ( dícese de un gas expulsado por
el cuerpo…..) todo y que en tramos bastante pedregoso. Otras no fueron tan
afortunadas e incluso algunas no llegamos a hacerlas por no la falta de
señalización o bien no encontrar el punto de partida, pero no supusieron
problema alguno en nuestra moral.
Como pueblos, uno de los mejores más
recomendables fue Roussillon, con sus preciosas ventanitas casas en tonos ocre
y sus ventanas pintadas en tonos violeta, gris, rojo….muy típicas en toda la
zona, por citar tan solo algunos Rustrell, Lacoste etc, de los muchos sin
apenas reconocimiento que vimos y que nos sorprendieron con sus limpias,
empedradas y decoradas calles, capillas y castillos en en buen estado o
semi-derruidos pero con ese encanto de lo antiguo. Sus gatitos y orondos perritos, algún día tendremos un disgusto de tanto tocarlos. También precosas visitas a
las grutas de Thouzon y las minas de Ocre
Todo esto bajo un calor sofocante, que solíamos mitigar con
una botella gigante de coca-zero o loquehubiera y un bañito en la piscina a
media tarde ya de vuelta al camping y justo antes de empezar a preparar la
cena.
El Sábado siguiente fue el día de regreso, no sin visitar
antes Cavaillon, y Avignon, ya mucho más lleno de turistas y que contrastó con
la tranquilidad de los pueblos visitados.
Cual es la imagen típica de un francés?
Un personaje de mediana edad, con una boina, un poblado
moustache, imprescindible llevar una baguette en los brazos ( en Francia sin
este elemento, eres un ser menospreciable y anónimo) y tener un caniche o
perrito faldero similar. Ah y si dispones de un precioso 2cv en la puerta de
casa…..ya tienes ganado el cielo gavachil.
Una semanita genial y un país que sin lugar a dudas, volveremos en cualquier momento. Siempre merece la pena escaparse a este paraíso que se llama Francia ( no como algún otro en el que vivimos)
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