miércoles, 1 de febrero de 2012


Cinturón
La expresión apretarse el cinturón, por reiterada, empieza a ser de mal gusto, además de equivocada. Se utiliza como equivalente a la necesidad de reducir gastos, aunque también los hay que piensan que desplazar la hebilla un par de agujeros equivale a dar muestras de adelgazamiento. Eso es misión de la báscula, no del cinto. Las dietas milagrosas, además, llevan aparejadas disfunciones en el metabolismo, así en el cuerpo humano como en los modelos clásicos del sistema económico.
Cuando se dijo que España debía reducir su déficit público al 4,4% del PIB en el 2012, la previsión se hizo sobre un esquema de crecimiento. Si hoy ya es al revés, estamos en fase de decrecimiento- y cada vez hay más pruebas de que era evitable- tienen toda la razón quienes aconsejan adecuar la previsión al nuevo marco que prima la austeridad sobre los incentivos de expansión. Otro cantar es que si se acepta retocar al alza ese 4,4%, automáticamente quedan también desfasados otros indicadores de especial sensibilidad, como el tipo de interés de los préstamos que España tiene contraídos con el exterior. A lo mejor acaba imponiéndose el enunciado de una pancarta de protesta laboral: “No podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones al mismo tiempo” 
Josep Mª Ureta - El Periódico, Viernes 27 Enero 2012
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